LA BRISA DE LA SOLEDAD
En este frío invierno de angustia y desolación, hace meses que me hallo hundida en lodo del cruel desamor...un estado tétrico, poco recomendable, que hiere mi vida con sacudidas de vacíos...de pérdidas de lucidez...de desinterés y falta de concentración.
Y en este amanecer de renacimiento, de despertar a la realidad, maquillo mi rostro de sombras grises con matices bicolor, como si fueran máscaras de teatro, en un intento de disimular la tristeza que aún se divisa en mirada, y esas violácea ojeras, que desvelan la verdadera identidad de mi corazón.
La bruma envuelve las columnas de la mañana y, el madrugador rocío, impregna mis sentidos con aromas de vainilla, despertando la luz del razonamiento en los habitáculos de mi mente y comprendo, la delicada situación en la que me encuentro, e intentó escapar de ese lamentable estado, que me ha llevado enamorarme del hombre equivocado…(que por cierto) me ha vestido de ignorancia el tiempo que duró nuestra historia…(que en teoría) debería haber sido de amor.
Es cierto, que mi corazón se estremece y le nombra cada vez que su recuerdo acude a mi memoria, penitente, aspirando lentamente la brisa de la soledad, que aprieta a mi alma, por los pasillos de la resignación...cuando mi deseo es olvidarle, y mi decisión, enviarle una silenciosa misiva de despedida y alejarme de esta ciudad, donde no hay cabida para los dos.
Coral Ruiz 2016
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