FLORES AMARILLAS
Luz recogía flores amarillas en la inmensidad del amanecer y, a la vez, plantaba la flor del amor en el valle de la vida, con esa ternura, que atrae la mirada de aquel caballero, que en silencio la ama...sin ser consciente ella de ese transcendental suceso.
A paso lento, pero desenvuelta, se aventuraba por las sendas de aquel campestre lugar, donde las alondras del tiempo, giraban al mismo ritmo que su corazón henchido de amor, en aquel lago de serenidad que es su alma, guiada por la linterna solar que desde el universo ilumina sus pasos en los sembrados del destino.
Animada, canturreaba a las flores, conocedora de las propiedades curativas de la música...les hablaba dulcemente, con voz pausada...y ellas, las flores del campo, agradecidas por sus cuidados, inclinaban el tallo de sus cuerpos, hacia Luz, la flor silvestre que camina por los campos de la tierra, con otra flor más pequeña, pero luminosa como ella.
Y de ese modo en el jardín de la vida, con las semillas que fueron derramando aquellas dos florecillas, germinaron luces de bondad en las dificultosas marismas de la tierra...antes, abandonadas, áridas y olvidadas del genero humano...y ahora sembradas de felicidad, de amor altruista y bondad en eterna alabanza hacia lo Divino.
© Coral Ruiz 2016
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