CANTOS TRISTES DE NOVIEMBRE
Cantos tristes de noviembre en el día de los difuntos. El sol acaricia
el corazón de quien rememora a ese ser querido que voló al más allá, dejando
una estela de melancolía en el alma y en el corazón.
Y es que en las largas avenidas de los cipreses, yacen dormidos los restos de esos vestidos carnales, que vistieron a millones de seres espirituales, que abandonaron este lugar de experiencia terrenal.
Y es que en las largas avenidas de los cipreses, yacen dormidos los restos de esos vestidos carnales, que vistieron a millones de seres espirituales, que abandonaron este lugar de experiencia terrenal.
La fría brisa arruga mi alma al recordar, que muchos de los míos
también se fueron hace ya algunas estaciones. Que las lluvias han mojado las cornisas de sus habitaciones donde dormitan en eterno descanso.
Familiares que cruzaron esa gran corriente de agua demasiado jóvenes, e
incluso siendo niños. Su visita fue fugaz, como las preciosas estrellas que
buscamos en los cielos para pedirle un deseo...que son luces breves, pero que dejan
una honda huella en el alma de quien las conoce.
La vida continua, somos espíritus individuales, hay que luchar por la
supervivencia honradamente, alimentarse con el sudor de la frente de uno mismo,
no de otro y, seguir aprendiendo alegremente de las diversas experiencias, que
nos deparan estas sendas terrenales.
Se guardan los recuerdos en un bolsillo de la memoria, y los sentimientos en las estancias del corazón, pero jamás se olvida a aquellos que amamos, con los que vivimos experiencias.
Con
los años, se van limando los llantos, y van sanando las heridas...ya no lastiman
tanto...pero cuando las nostalgias se adueñan del ánimo en tiempos de remembranzas,
las lluvias de los ojos empañan los cristales de la mirada, que caen sin cesar, resbalando por las mejillas hacia las laderas del corazón.
Con el agua del
sentimiento derramado, brilla la flor del recuerdo, por el amor que sentimos por nuestros seres amados, que vivirán eternamente en nuestro templo interior, porque ellos viven a través de nosotros.
© Coral Ruiz 2015
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