martes, 3 de marzo de 2015

ESOS CAMPOS DE LAVANDA



ESOS CAMPOS DE LAVANDA

Con las alas de la noche, ella se dejó llevar a esa ciudad donde su nombre no se escucha, ni se nombra, por ser prohibido. Quiso olvidarle, quiso dejar de amarle en la distancia recorrida. Deseaba adornar sus cabellos con cintas blancas de olvidos y encajes rosas de nuevos caminos.

Y por más que lo intentaba poniendo el alma en ese objetivo, siempre aparecía un aroma especial que atraía el recuerdo de él a su memoria...el olor a lavanda de aquellos campos florecidos, recordándole con insistencia, aquellos veranos felices, de retozos y besos ardientes, en las campiñas de la Provenza francesa donde se conocieron.

Y la fina lluvia que del cielo caía, como lágrimas de alivio para ese corazón herido, lavaba con el bautismo de sus sagradas aguas, el dolor de aquella ruptura, que en lontananza evidente, no le permitía volver a empezar en esos campos de lavanda, que atraían los recuerdos de aquel amor, que deseaba ser olvido en el templo santo de su alma de mujer.

©Coral Ruiz 2015 


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