sábado, 7 de marzo de 2015

SÁBADO TRANQUILO


SÁBADO TRANQUILO


Sábado tranquilo con el sol en ascendente brillo. La luz se cuela por mi ventana creando un círculo rubio de claridad, que se abre paso entre las sombras, que son eclipsadas por esa cálida esencia matinal. El amanecer me ha despertado cuando el rocío besaba mis vestidos florales en este jardín dormido, donde cada noche descansa mi cuerpo terrenal.

El aroma a café de algún vecino desata mis deseos de echar algo a mi estómago. No me lo pienso, y me levanto despacio, pero decidida. Ir al baño y después a la cocina, es un ritual diario, que sigo al pie de la letra. No es café mi desayuno, sino una buena taza de cereales con fibra y alguna fruta tropical, gran fuente de vitaminas y minerales. 


Empezar la mañana desintoxicando el cuerpo, es un buen lema…y, de ese modo deseo continuar el día a día de esta vida mía, en espera de que los vientos de cambio lo hayan colocado todo en su lugar. 

Es un poema, lo que deseo plasmar en este folio inmaculado, sin embargo, lo único que deseo escribir en esta mañana soleada, silenciosa y serena, es lo que la música que escucho en este instante, me dicta a estas horas tempranas. 


Música alegre que me invita a sonreír, a bailar, estando sentada frente al monitor. Y es que la alegría es parte de mí, de mi forma de ser, de mi estado mental y de mi ser espiritual. Es inevitable que me comporte de otro modo que no sea ese estado de felicidad, a no ser, que algún problema importante empañe mis estados emocionales.

La brisa acaricia mi cara con sus encajes rosados, caricias que le agradezco a mi amiga brisa esta mañana calmada, donde la luz sanadora de la esperanza brilla en mi corazón, porque Dios vela por mi y por mis tres retoños y esos ángeles invisibles que a mi lado, trabajan horas extras. 


Agradecida le quedo a Dios, a mis angelitos y a todos los seres celestes que están siendo testigos de este gran cruce de aguas de gigantescas dimensiones. Agradecimientos que debo hacer a diario, porque casi siempre estoy pidiendo favores de protección y, preocupada por varios motivos, generalmente me olvido, de dar las gracias a quienes velan por mí desde mi nacimiento...mis amados Ángeles de la Guarda.


Escrito por Coral Ruiz 
Derechos Reservados

  

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